Todos los años, son 80 mujeres las que ingresan al programa para, por un lado prepararse para conseguir trabajo, y por el otro, desarrollar sus ideas de negocio o emprendimientos, permitiéndoles avanzar en la formalización de los mismos y una administración efectiva.
Si a Giovana Pedrero le hubieran dicho hace algunos años que viviría en Quillón y que pondría su propio centro de estética, no lo habría creído.
Hace un par de años, esta mujer oriunda de la Región de Valparaíso, dejó su adoptivo Santiago en busca de tranquilidad, principalmente para sus hijas, por quienes cambió su estabilidad laboral de 10 años en la banca, por una aventura de dulce y agraz.
“Me instalé acá en Quillón con un centro de estética, porque vi la necesidad de que alguien pudiera atender a las personas de aquí y de Bulnes también, sobre todo en sus casas, producto de la pandemia. Así nació el proyecto de depilación a domicilio y posteriormente, por solicitud de los mismos clientes he ido ampliando la gama de servicios a hacer spa y pedicure, manicura y próximamente en peluquería”, contó la propietaria de Yo te cuido. Después de varios intentos fallidos por emprender y casi sin capital, Giovana apeló a sus 10 por ciento de AFP para una última pelea. Y lo logró, esta vez apoyada por el programa Jefas de Hogar del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg), en convenio con la Municipalidad de Quillón.
Así como Giovana, 80 mujeres, cada año, buscan en Jefas de Hogar una ayuda idónea, ya sea para comenzar sus emprendimientos o para aprender algún oficio que les permita acceder a un puesto de trabajo. El objetivo del programa es generar autonomía económica en las beneficiarias, muchas de las cuales son madres solteras y puntales de sus familias.
“El programa Jefas de Hogar es un convenio entre el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género y la Municipalidad de Quillón, que está desde el año 2008 en la comuna y todos los años se firma uno nuevo para trabajar aquí con las mujeres. La asesoría que se presta va en dos líneas, la de mujeres que buscan trabajo, que incluye apresto laboral, inducción para encontrar trabajo y harto desarrollo de talleres laborales. Y el área independiente, que aglutina mujeres que tienen ideas de negocio o negocios funcionando, de manera formal o informal. Nosotros las asesoramos para que ellas puedan ponerse metas, para que puedan ir avanzando cada vez más en sus negocios”, indicó Alejandra Moraga, coordinadora del área independiente de Jefas de Hogar. A VARIOS CIENTOS DE KILÓMETROSY si de cambios se trata, Leyla Espinosa es un verdadero ejemplo de giros en 180 grados. Esta madre de cuatro hijos dejó su caluroso Iquique natal, queriendo explorar la frondosa y fría naturaleza sureña. No obstante, las casualidades de la vida la hicieron llegar a Quillón junto a su familia, donde sólo alojarían, para luego continuar su viaje. Finalmente, se quedaron allí.
“Yo llevo más de 10 años tejiendo, empecé con crochet y palillo, algo que aprendí de mi abuela y mi mamá. Hacía chalecos, pero después empecé a tratar de hacer otras cosas. Y a través de la Municipalidad de Iquique pude hacer un curso de tejido en telar y lo encontré genial, muy gratificante. Yo trabajé como asistente jurídico también, que es lo que estudié, pero el tejido me gustó más y ser mi propia jefa fue lo mejor. El programa Jefas de Hogar a mí me ha ayudado demasiado, ellas están siempre preocupadas de uno, para que podamos tomar cursos que llegar u otras capacitaciones. Todo lo que uno necesita para emprender, lo entrega este programa con tan buenas profesionales”, manifestó Leyla.
Leyla también es emprendedora. Se dedica a tejer en telar aymara, el que ocupa con lana de alpaca u oveja y vellón de oveja para dar forma a creaciones como pieceras, poufs, pantuflas y paños, entre otras varias cosas.
La tejedora comenzó con su pasión en Iquique, donde fue apoyada por Jefas de Hogar. Asimismo le ocurrió en Quillón, sintiéndose acogida de inmediato y asesorada en todo lo que se ha propuesto.
Hace algunos días las 80 jefas de hogar terminaron con sus capacitaciones y fueron certificadas, tanto en sus emprendimientos como en los oficios aprendidos, recibiendo incluso herramientas para llevar a cabo sus trabajos y transformarse en las sostenedoras principales de sus hogares.
MUJER ORQUESTAPatricia Montenegro no es precisamente una concertista eximia, sino más bien una multitalentosa modista y tapicera.
Desde niña siempre fue fanática de las telas, con las que vestía a sus muñecas. Esa misma pasión la llevó a estudiar en un liceo politécnico la carrera de diseño de vestuario, gracias a la que pudo surgir, añadiendo un valor agregado a otro de sus trabajos, la venta de ropa americana.
El diseño de modas y la tapicería algo tienen que ver. Es así como hace 15 años, Patricia comenzó a arreglar muebles, aplicando todos sus conocimientos de costura. El resultado de todo fue tener su propio taller de moda y tapicería, gracias al apoyo del programa Jefas de Hogar, al que accedió en dos oportunidades, recibiendo una completa asesoría para llevar a cabo su emprendimiento e incursionando en rubros que ya la tienen con la agenda copada hasta fin de año.
“Yo trato de compatibilizar bien los rubros que trabajo y me ha resultado muy bien. Hay épocas para dedicarse más al tapiz, como esta, por ejemplo; y otras en las que se solicitan más arreglos o hechura de ropa y ahí me voy moviendo de un lado para otro. Siempre he querido ampliar mi taller y poder instalarme con una boutique de ropa americana, porque desde muy niña que me dedico a la ropa americana y sé que a la gente cada vez más le gusta tener exclusividad y se las doy aún más cuando arreglo la ropa con costuras”, señaló Patricia.
Sin duda, el esfuerzo, talento y las ganas de salir adelante; es lo que impulsa a estas mujeres a llegar cada vez más alto en sus vidas. Esos ingredientes y una pizca de apoyo y oportunidades ha generado desde 2008 en Quillón nuevas microempresarias y trabajadoras, que incluso han dejado atrás, en algunos casos, episodios de violencia y abandono por parte de sus esposos o parejas. La fuerza, el coraje y el ímpetu; caracteriza a las quilloninas que forjan el futuro con sus manos.
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